Furtivos extremeños multados por cazar trasgos

Los cazadores seguían el rastro de liebres pero lo que salió de la madriguera fueron tres trasgos furiosos.

Todo comenzó ayer a la hora del alba, cuando tres furtivos de la zona de Trujillo buscaban liebres en unas madrigueras. A la manera usual, introdujeron una pareja de hurones por uno de los agujeros con la esperanza de que hiciesen salir a las liebres por el otro extremo de la galería subterránea. Su primera sorpresa fue escuchar un trajín inusual en la guarida de roedor: un vocerío de plató del corazón en una lengua ininteligible, así como un revuelo de cacharros, loza rota y chasquidos de objetos saltando en pedazos.

Minutos después, los dos hurones salieron despavoridos de la madriguera y se perdieron como balas en el interior del monte. Tras ellos aparecieron tres figuras humanoides, que no levantaban dos palmos del suelo, cubiertos de pelo, con narices prominentes, orejas picudas y evidente mala lengua, esgrimiendo sartenes, bastones y un diminuto atizador de leña. Los cazadores les echaron a los perros, que recibieron lo suyo en los bajos, en el morro y algún tirón de orejas. Los canes con el rabo entre las piernas se agruparon bien lejos de las enfurecidas criaturas que juraban como posesos en lengua muerta.

Los furtivos, escopeta en mano, se dispusieron a cazarlos, fueran lo que fueran, ya que como decía su abuela‚ "pájaro que vuela, a la cazuela". Pero al apuntarles, los duendes dibujaron una extraña señal en el aire que provocó que les saliera literalmente el tiro por la culata. A esto siguió una lluvia de chispas a las piernas y partes nobles, que les obligó a emprender la huida con las escopetas reventadas en ristre y los perros aullando tras ellos.

Según expertos en criaturas paganas, podría tratarse de un grupo aislado de duendes solterones y amargados, que ocuparon según sus costumbres, una madriguera vacía en la que vivían como guarros sin supervisión femenina, ya que no hay hembras duende y para procrear se ven obligados a raptar gnomas o medianas, que una vez se hacen con la casa y sus labores suelen llevarles tiesos como velas.

Cuando la Guardia forestal volvió al lugar de los hechos, las malencaradas criaturas se habían esfumado; aún así los furtivos fueron multados por violar la prohibición de cazar especies autóctonas protegidas y en vías de extinción.

Fuente: Farming News