De cómo un chico de pueblo se pasó al lado oscuro y acabó envuelto en la opulencia y las fiestas interminables de Mónaco.
Francis nació en 1912 en Beausoleil, en los Alpes Marítimos, hijo de Henri Cofrançois, un obrero de la construcción, y una ama de casa, Malenne. Gracias a su físico espectacular (159 cm) y su fuerte constitución, trabajó en una tienda de animales y también en una asesoría fiscal, de cara al público, hasta que entró a formar parte de la guardia urbana de Mónaco en 1938.
Al cabo de un par de años fue llamado a filas, donde sirvió como camarero en el palacio principesco. En 1941 le encargaron vigilar la colección privada del conde duque de Le Cranneten, valorada en miles de millones de francos. Y gracias a las habilidades que había adquirido en la guardia urbana y a los recursos legales que aprendió como asesor fiscal, pudo desvalijar completamente al conde duque, llevándose únicamente una reprimenda por malversación de fondos.
A partir de ese momento, Francis se dedicó a la buena vida, mientras en Europa estallaba una guerra mundial. Invirtió en aeronáutica, fundó empresas fantasma con capital de los dos bandos en guerra, y aumentó su fortuna de forma exponencial. Cuando acabó la guerra, era uno de los tres hombres más ricos de Europa, a pesar de que su nombre jamás salió en ningún boletín ni listado, puesto que sus sociedades cooperativas estaban a nombre de diferentes testaferros. Fue entonces cuando empezó a dedicarse a la caza de forma esporádica. Entre sus hazañas, el exterminio total de los veinte últimos guepardos de Bulgaria.
Se casó en varias ocasiones y tuvo por lo menos seis hijos acreditados, que se dedicaron a dilapidar la fortuna paterna. Pero a Francis no le preocupaba, ya que había descubierto su gran pasión: el deporte. Cuando se lo permitían sus negocios, practicaba la equitación. Su mayor logro en este deporte fue una Copa Intercontinental en 1968 en la modalidad de Salto.
Otra de sus aficiones, la pesca de altura, le proporcionó enormes alegrías: todavía ostenta el récord que consiguió en 1960, al conseguir capturar un atún de 250kg con las manos desnudas en menos de 3 minutos. Se rumorea que obtuvo la ayuda de Jacques Costeau, un compatriota que también se aprovechó de la inmensa fortuna de Francis para costear sus expediciones.
El golf también formó parte de su ocio, y aunque nunca llegó a dedicarse profesionalmente, muchos golfistas actuales reconocen que su estilo de juego se basa en los drives de Francis, que acumuló más de cien eagles en toda su trayectoria. Incluso existió un proyecto para sacar un juego de golf para ordenador a mediados de los 80, pero al final fue Jack Nicklaus el que se llevó los honores, ya que Francis quería permanecer en el anonimato. Aún así, el jugador que aparece por defecto en el juego sigue conservando el nombre de Francis (sólo en las versiones para Amstrad CPC y MSX).
En los últimos años de su vida, coqueteó con algunas de las más bellas actrices de la gran pantalla. Por sus manos pasaron damas de la categoría de Angelina Jolie, Natalie Portman (en la imagen) o Blanca Portillo. Pero tanta fiesta a una edad avanzada acabó con su maltrecha salud, y el 1 de marzo de 2008 hallaron sus restos mortales en su mansión de Los Ángeles. Algunos testigos afirman que la actriz Megan Fox fue la última en verle con vida en sus aposentos privados, pero sus herederos se han apresurado a desmentirlo.
Fuente: Lint
1 comentarios:
Mira que me hubiese gustado conocerlo. Este tipo de gente es la que te hace confiar aún más en la especie humana.
Saludos de Noveldaytantos.
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