Las autoridades suizas han destapado esta semana un negocio de muertes falsas en la localidad de Corsier-sur-Vevey, en el cantón suizo de Vaud.
La sede del negocio se encontraba en un sótano excavado debajo de la caseta del guardia del cementerio de la localidad. El guardia era en realidad Jérome Saint-Denis, director de la misteriosa empresa suiza de muertes falsas La mort c’est la vie.
Encarcelado temporalmente en la cárcel municipal, Jérome Saint-Denis no ha tenido problemas en hacer una declaración completa para Falsas y Bizarras. Saint-Denis estudió biología y medicina en la Universidad de Stanford, California, y al graduarse entró a trabajar en Alcor Life Extension Foundation, una compañía norteamericana de investigación sobre criónica. Cuando en 1976 la fundación llevó a cabo su primera criopreservación con éxito, el joven y ambicioso Jérome Saint-Denis abandonó la compañía con muchas ideas y se instaló en su Suiza natal.
El 25 de diciembre de 1977, cuando Charles Chaplin murió en Corsier-sur-Vevey, Jérome le estaba esperando en su recién construido laboratorio de criogenización experimental. Superada con éxito la operación, creó la empresa La mort c’est la vie, que se encargaba de organizar el funeral con un ataúd vacío, criogenizar el cuerpo y conservarlo. La fama del negocio corrió entre escritores y artistas de todo el mundo. En junio de 1986, el escritor argentino Jorge Luis Borges murió en Ginebra y se puso en manos de Jérome. Le siguieron Georges Simenon en 1989, Graham Greene en 1991 y más recientemente el químico Albert Hofmann, creador del LSD, en el 2008.
A principios de este mes se produjo un suceso que Jérome califica de sobrenatural. En un terrible apagón que afectó a todos los alrededores del lago de Ginebra, el laboratorio de La mort c’est la vie se quedó sin suministro durante 48 horas. Cuando Jérome corrió desesperado a comprobar el estado de las cápsulas, comprobó atónito que éstas se habían abierto y que sus ocupantes habían salido al exterior.
Jérome descubrió a Greene pidiéndole un autógrafo a Borges, mientras que Chaplin le mostraba a Hoffman su interés por la psicodelia. Un bibliotecario local sorprendió al difunto Georges Simenon hojeando un ejemplar en francés de Maigret en Nueva York y llamó a la policía, que tuvo que abrir varias tumbas de otros famosos, entre ellos Paul Klee y James Joyce, para comprobar que sus cuerpos seguían ahí.
Las autoridades sanitarias no llegan a entender cómo han sobrevivido todos estos famosos. “Seguramente será el aire suizo, la actitud neutral del país, los quesos y el chocolate”, ha afirmado Jérome Saint-Denis con aire jocoso, convencido de que en unos días será liberado. “Al fin y al cabo, no he matado a nadie”. Borges, Simenon y Greene están escribiendo el guión de un espectáculo teatral sobre el misterioso suceso, que dirigirá Chaplin y en el que “colaborará” Hofmann.
Fuente: Ernesto Paniagua
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