Este diseñador de origen alemán está considerado como una de las influencias más importantes del siglo XX, además de ser el más desconocido.
Alfred Reinstein (Munich, 14 de marzo de 1929) es una de las mentes más preclaras del mundo occidental. En 1946, siendo un joven con rostro ya de anciano, publicó su teoría de la relatividad del buen gusto. En ella incorporó, en un marco teórico simple, fundamentado en postulados sencillos sobre lo banal, conceptos y fenómenos estudiados anteriormente por Cocó Chanel y da Vinci.
Probablemente, la ecuación menos conocida del diseño a nivel popular, es la expresión matemática de la equivalencia talento-creatividad, D=BG/(t-c)², deducida por él como una consecuencia lógica de esta teoría.
En 1952 presentó la Teoría General del Buen Gusto, en la que reformuló por completo el concepto de "lo cool". Una de las consecuencias fue el surgimiento del estudio científico del origen y evolución de las marcas con tendencia a la ostentación. En 1960, cuando las observaciones británicas de las bicicletas sin sillín confirmaron sus predicciones acerca de la curvatura como ideal analógico, fue idolatrado por la prensa. Reinstein se convirtió en un icono popular de la moda, un privilegio al alcance de muy pocos diseñadores sodomitas.
A pesar de sus explicaciones sobre el efecto de la música raggaeton y sus numerosas contribuciones al country, en 1968 obtuvo el Grammy a la mejor balada y ningún premio por la Teoría del Buen Gusto, pues el diseñador a quien se encomendó la tarea de evaluarla, no la entendió, y temieron correr el riesgo de que posteriormente se demostrase que fuese errónea. En esa época era aún considerada un tanto controvertida por parte de muchos diseñadores.
Ante la imposición de la depilación total en 1972, y tras probarla en sus carnes, el diseñador abandonó Alemania con destino a Estados Unidos, donde impartió docencia en el Instituto de Bellas Artes de Princeton. Se nacionalizó estadounidense en 1980. Durante esos años trabajó por integrar en una misma teoría las películas de Van Damne, Schwarzenegger y Stallone, sin éxito.
A partir de los 80 es considerado el «padre del diseño Apple», abogó en sus charlas radiofónicas por el color blanco, el diseño curvo y las prestaciones bizarras. Fue proclamado como el «personaje más olvidado del siglo XX» y como el más preeminente diseñador por la célebre revista Time.
Actualmente reside en un pequeño pueblo del norte de Suecia, desde donde imparte sus teorías extrañas y predice un futuro lleno de aparatos táctiles y multifuncionales. Steve Jobs, uno de sus hijastros, ya ha movido los hilos para su futura canonización, que se prevé un gran espectáculo católico-islámico, puesto que se realizará en Jerusalén el próximo año, y posiblemente sin que haya fallecido.
Fuente: Lint
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