Nacido en Gijón en 1959, este prototipo de galán español no ha logrado obtener el reconocimiento por una vida dedicada a la cultura.
Su infancia en Gijón (Asturias) es muy peculiar. Cuando Alfredo contaba con 10 años e iba al colegio, se saltaba las clases para jugar al fútbol en la Playa de San Lorenzo (Asturias). En mútilples ocasiones su madre le pillaba ausente del colegio, pero él le decía: "Madre, el cura me da miedo", a lo que ella respondía: "Te entiendo, hijo: con los curas y los gatos, pocos tratos". La madre le educó a partir de entonces en el ambiente neoliberal típico de los EEUU de los años 60, pero en plena dictadura franquista.
Mientras Alfredo descubría nuevos horizontes oliendo sustancias alucinógenas desde tierna edad y leyendo a los clásicos, ella no paraba de pluriemplearse como sexadora de pollos, depiladora de sobacos o encargada de la limpieza de fosas sépticas, ganando semanalmente unas 300 pesetas, para poder conseguir que su hijo pudiera llegar a un cargo en el que llevase camisa y corbata. El motivo de esta obsesión era que en toda su familia sólo había un primo suyo de padre vietnamita, Brayanmei, que era oficinista, y la madre quería que Alfredo llegase a trabajar en un despacho.
A los 15 años, Alfredo entró en el mercado laboral como tornero fresador, para quitar a su madre del oficio, pero vio que eso no era lo suyo. Escuchó que un amigo de orejas grandes ganaba 2.000 pesetas por presentarse en los concursos de rarezas, y se apuntó a un pequeño circuito comarcal, llegando a aparecer en TVE en el programa de José María Íñigo. Sin embargo, para poder colarse en una fiesta de Prado del Rey tuvo que falsificar el DNI porque era menor de edad, y así empezó una vida de falsificaciones, fraudes, robos y trapicheos.
Alfredo vivió toda su infancia sin la figura paterna, y eso le marcó en todos los aspectos: el apellido Mercurio no es el de su madre, sino el del dios romano de los comerciantes y ladrones. Tras una falsificación especialmente osada de La Gioconda, declaró en el juzgado que él era el hijo de Mercurio y que en otra vida fue un poderoso semidiós. Esta extravagancia le costó sus tres primeros años de prisión preventiva, con visitas puntuales de un psiquiatra los martes y jueves.
Tras recuperar la libertad, los siguientes años fueron cada vez más aventureros: asaltos a mansiones sólo para contemplar las obras allí expuestas, incursiones a los almacenes subterráneos de diversas galerías de arte, y falsificaciones que van desde la genialidad a la experimentación. Sólo así se entiende que en 1992 crease un nuevo movimiento picto-escultórico que creó escuela: el mercurismo.

Actualmente Alfredo vive en la indigencia en un pequeño piso de Portugalete, junto a la ría, viendo pasar los días mientras el mundo, consciente apenas de su genialidad artística, le deja languidecerse y adentrarse en la locura. Probablemente los premios y galardones le lleguen cuando haya muerto, como a todos los grandes.
Fuente: Lint
2 comentarios:
Ya decía yo que la cara me sonaba. Lo que ignoraba es que era asturiano. Al final aprenderé cosas y todo. Quién lo diría.
Por fin algo de originalidad entre tanto blog de corta y pega, joder. Felicidades y ya tienes mi voto.
Suerte ;)
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