Laura Arias, de 30 años, enfermera de profesión y asturiana de nacimiento, ha descubierto el extraño poder de sus pechos, talla 95.
Por alguna razón difícil de clarificar, Laura puede encontrar el consejo perfecto para cualquier cuita o problema amoroso que se le planteé, acariciándose el pecho derecho: “Lo toco suavemente, me relajo y de pronto, me salen las soluciones a borbotones. Puedo despejar cualquier incógnita y aclarar todas las dudas, aunque yo no sea la más tetuda, digo, sesuda”, declara Laura.
Eso es lo que le sucede con la teta derecha. Con la izquierda, por su lado, es capaz de profetizar, lanzar hechizos y quitar el mal de ojo. “El procedimiento es el mismo: me acaricio el pecho y emerge la visión. He visto la Vía Láctea, llamas más allá de Orion, rayos C brillar en la oscuridad y cosas que los humanos no creerían”.
Y es que Laura siempre acierta, con un pecho y con el otro. Nadie se explica el origen de estos poderes, aunque es innegable que haberlos, hailos. Laura piensa que es algo que le viene de familia: “Mi abuela materna era muy meiga. En el pueblo la llamaban la resabiada y mi bisabuela era la mejor ama de cría de la zona. No sé… quizá no debería tomármelo tan a pecho y pensar que sólo es una habilidad más, como el que toca el piano con el cipote o maneja tres lenguas a su gusto”.
Su novio, Fran, se siente muy afortunado: “Tiene poderes y me los ha contagiado. Desde que estoy con ella soy más listo y en ocasiones veo muertos”. Dejando al margen que Fran trabaja en una funeraria, no se puede descartar el “efecto llamada” de los pechos de Laura. Todos los que han tenido el honor de tocarlos, se sienten diferentes: “Ha hecho de mí otro hombre. No me pregunte por qué”, dice José Ramón, su novio del Instituto.
0 comentarios:
Publicar un comentario